En los años 60 las manifestaciones en España eran actos de adhesión inquebrantable al Caudillo. He aquí uno de ellos. El Gobierno de la dictadura “tuvo a bien” conceder a Málaga una Facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales el 17 de mayo de 1963 y se montó una “celebración pública” al día siguiente. La marcha del 18 de mayo por Cortina del Muelle, con el tráfico cortado, la encabezaron el alcalde García Grana y el presidente de la Diputación Marqués Íñiguez. Acabó en el Palacio de la Aduana, sede del Gobierno Civil, en donde oficiaba Ramón Castilla como jefe provincial del Movimiento, el partido único. Aquí vemos escuchando el discurso del gobernador a varios cientos, quizá algunos miles de personas.
La foto retrata cómo era de distinta la sociedad de hace medio siglo. Casi todos los presentes son hombres, en general de chaqueta y corbata, algunos con sombrero. Había muy pocas mujeres y algún niño. Se ven ocho automóviles rodeados por los congregados; seis de ellos con portaequipajes en el techo, un artefacto en desuso hoy día. Seis de las nueve pancartas tienen el mismo tamaño, el mismo formato, la misma caligrafía y el mismo orden: tres líneas y alguna palabra con el trazo doble de ancho. Lo que invita a pensar que fueron hechas por la misma persona.
Los mensajes reflejan la habitual adulación al dictador. “Una vez más el Caudillo muestra su predilección por Málaga”. “Málaga agradecida por la creación de la Facultad de Ciencias”. “Abajo la leyenda negra, tenemos más librerías y más facultades. Gracias Caudillo”. “La cultura de nuestro pueblo elevará su nivel gracias al tesón del Gobernador civil”. “Los sindicatos malagueños muestran su entusiasmo ante la noticia de la nueva Facultad”. Todas de incondicionales, salvo una, que fue premonitoria: “La Facultad de Ciencias será el primer centro de cultura superior pero hacen falta más”. Se tardaría una década en que Málaga tuviese universidad, en agosto de 1972. Las adhesiones inquebrantables no suelen ser muy rentables.
Ignacio Martínez